Con una lanza, un pastor enveta a sus cabras: las pone en una veta, lugar sin salida, para recogerlas después de un tiempo. Generalmente, esta práctica se hacía con las chivas de entre 2-3 a 10-12 meses. En La Palma, al garrote se le denomina lanza, y a su punta, regatón. A veces, allá, entre los riscos, los pastores competían en saltos y esto dio lugar al juego, al conocido salto del pastor. Esta es una de las escenas que podemos ver en el documental que se realizó desde la Consejería de Agricultura y Pesca del Gobierno de Canarias en 1990, La Cabra Palmera, de la cumbre a la costa. Treinta años después de su grabación, hablamos con Juan Capote, veterinario e investigador palmero, uno de los mayores especialistas en cabras del mundo, de este valioso documento sobre la raza y los ganaderos que han hecho posible su cría y conservación.
-Cuando estabas en la universidad, se consideraba a la Cabra Canaria como la única raza de las islas. Esta población caprina incluía a las tres existentes (Palmera, Majorera, Tinerfeña). ¿Cómo comenzó tu vinculación con la Cabra Palmera?
Por aquella época tuve la suerte de ser íntimo amigo de un intelectual palmero, Antonio Manuel Díaz Rodríguez, quien me mostró, diapositivas en mano, que la realidad era otra. Por aquel entonces, las cabras palmeras se conocían como “risqueras”, por su ámbito territorial. Seis años después, en 1985, tuve la oportunidad de describir la raza, junto con la Tinerfeña y la Majorera, en un congreso internacional, celebrado en las islas. En 1988 me tocó coordinar un proyecto INIA, cuyo objetivo era estudiar a la población caprina canaria desde el punto de vista morfológico, productivo e inmunogenético. Los resultados sirvieron para el reconocimiento de la raza, así que vi (y contribuí a) crear la Asociación de Criadores de Cabras de raza Palmera y su evolución con altibajos hasta la situación actual, para mí muy satisfactoria. He participado en estudios genéticos posteriores, donde se ha demostrado que es un genotipo muy peculiar entre la población mundial, muy cercano a la cabra aborigen y en la base de las cabras americanas. También he colaborado con la Dra Fresno en lo referente al Queso Palmero, tanto en sus trabajos de investigación que permitieron la creación de una Denominación de Origen, de la que ella fue presidenta y yo vocal, como en otras actividades. En la actualidad sigo vinculado a la raza y a sus productos, ya que me encuentro inmerso en un proyecto sobre trazabilidad que ella dirige y que promete resultados muy interesantes.
¿Cómo nació este reportaje de la Cabra Palmera hace treinta años? ¿Qué finalidad tenía?
La idea fue de Antonio Castro, político por aquel entonces, antes fue agente de extensión agraria. Tuvo la visión de reconocer que aquellas actividades desaparecerían pronto y sería bueno plasmarlas en imágenes. Nosotros los investigadores nos apuntamos con entusiasmo y se recurrió a una empresa de filmación palmera (Palmafilm, cuyos directores eran Jorge Lozano, quien llevaba la imagen, y Lolo Fernández que escribió parte del texto) que se estaba iniciando con la técnica del vídeo. Personalmente me trasladé a La Palma para colaborar en todo el proceso. Creo recordar que estuve en la filmación de todas las imágenes. También convencimos a tres músicos para poder tener una banda original, de manera altruista, que grabaron en el pequeño estudio de Palmafilm
¿Qué crees que ha cambiado y qué hemos perdido en estos 30 años?
Con respecto a lo filmado, evidentemente hay muchos cambios: mejora en los sistemas audiovisuales, eliminación de ordeño en establo, laboratorios más modernos… Pero lo más destacado es la desaparición de la transterminancia de cumbre a costa y de la venta de leche a domicilio, con los animales, la cual estaba generalizada en toda Canarias y en parte de la Península Ibérica. Otro aspecto importante y, para mí negativo es una cierta reconversión del pastoreo con manejo directo con pastor y perro, a otro que consiste en llevar a los animales a un determinado lugar, por la mañana después del ordeño, e ir a última hora de la tarde a recogerlos. Esto último a veces lo hace el perro solo… También se ha incrementado de manera notable la dimensión del rebaño y el uso de alimento importado.
¿Podrías contarnos cómo era el sistema cumbre-costa y cómo se elaboraba el queso y qué papel tenía en este sistema?
Las cabras en invierno y el final del otoño estaban en la costa, donde el pasto crece tempranamente. Se llevaban justo antes de parir y allí desarrollaban casi toda su lactación, que entonces era algo más corta que la actual. El queso se elaboraba cerca del corral, pudiendo ser en la misma casa del ganadero. Al final de la lactación, después de haber soltado en el rebaño a los “chivatos”, los animales subían a las cumbres porque los pastos de costa se habían agostado y allí había vegetación arbustiva con gran cantidad de nutrientes, principalmente codesos (Adenocarpus), pero también con un alcaloide que producía una mortalidad perinatal de casi del 100%. Ellos sabían que ese año perderían a la recría y por eso se dejaban parte de las cabras en la costa o medianía otro año, para mantener la dimensión del rebaño. Se perdían los cabritos pero las cabras entraban en lactación con muy buena condición corporal. Aquellas manadas saludables tenían un bajo índice de reposición. En la cumbre cada cabrero tenía una “morada”, que se transmitía de generación en generación, a pesar de que el monte era público. Generalmente era una cueva, junto a un rústico corral, donde pastor y cabras descansaban y donde se elaboraban los últimos y escasos quesos del año.
¿Qué crees que deberíamos conservar de lo que aparece en este reportaje y qué se debería mejorar?
Desde luego, la venta ambulante de leche en núcleos urbanos hay que olvidarla, debido a cuestiones sanitarias. Por otro lado, la vida en la cumbre era muy dura y hay que tener mucha vocación para mantenerla, además de que existen grandes restricciones medioambientales que yo no comparto. Sin embargo, este año se realizó una experiencia en la que se soltaron en espacios protegidos durante dos meses, las cabras de un ganadero. Se constató que no hubo impacto ambiental y los beneficios económicos para el cabrero fueron importantes. Hace poco se ha elaborado un proyecto europeo para intentar generalizar esta práctica, por supuesto bajo un control de carga. Estaríamos así de acuerdo con las nuevas tendencias por las que se trata de disminuir combustible en espacios protegidos, usando el pastoreo para prevenir incendios forestales. Desgraciadamente en La Palma hemos sido testigos de muchos de ellos en los últimos tiempos. El más devastador de estos se controló precisamente en un área pastoreada por cabras.
¿Qué sientes al ver este vídeo 30 años después?
Definitivamente, nostalgia. Han muerto varios de los implicados, entre ellos Mario, uno de mis mejores amigos. Antes también sentía frustración porque solicitamos una subvención para remasterizarlo, completándolo con entrevistas a los protagonistas. Se consiguió que la Consejería de Agricultura del Gobierno de Canarias prestase atención a esto, pero un político del mismo partido de Antonio Castro, quien recordemos tuvo la iniciativa, lo bloqueó. Por eso la acogida que ha tenido entre ustedes me ha llenado de ilusión.
¿Qué podemos aprender de esos cabreros y sus cabras palmeras, de toda esta cultura de La Palma en estos tiempos que atraviesan ahora la isla debido al volcán?
Que hay dignidad y valentía: hubieron verdaderas tragedias pero ninguno/a ha tirado la toalla. Que ha habido creatividad y disposición para moverse en situaciones extremas, como fue el montaje en tiempo récord de una quesería, con grandes carencias para su funcionamiento en origen, permitiendo sobrevivir a 18 ganaderías.
¿Qué te ha enseñado un pastor de Cabra Palmera que no podrías haber aprendido en la universidad y que para ti sea valioso?
En la universidad no te enseñaban a sentir a los animales. No te enseñaban que hacerlos producir al máximo implica entenderlos, manejarlos con respeto, procurando que se sientan a gusto, lo que se conoce ahora como falta de estrés y bienestar animal. La calma en el trato, el evitar movimientos bruscos, el ver en sus ojos si están enfermos o alterados… A valorarlos por encima de su productividad. Al cabrero palmero le gusta que sus animales sean bonitos, armoniosos incluso en la simetría de sus cuernos. Y aunque parezca mentira este comportamiento que, aparentemente, no está relacionado con la producción, a la larga se traduce en un rebaño saludable, lo que es la base de un buen manejo. Y sobre todo he podido aprender desde muy pronto que la sabiduría no es exclusiva de los ámbitos académicos. Cervantes, en la primera parte de su Quijote pone estas palabras en boca de un cabrero: “Rústico soy; pero no tanto que no entienda cómo se debe tratar con los hombres y con las bestias.” A lo que el cura le contesta: “… las cabañas de los pastores encierran filósofos”.
Juan F. Capote Álvarez (1953- S/C de La Palma),es Biólogo, Veterinario, Diplomado en Sanidad, Doctor por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Académico de la Real Academia de Medicina de S/C de Tenerife, es Profesor de Investigación y fue Director de la Unidad de Producción Animal- Pastos y Forrajes del Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA). Inicia su actividad profesional en la Consejería de Agricultura del Gobierno de Canarias en 1983 en el área de desarrollo ganadero que continúa durante cuatro años. En ese periodo, entre otras cosas, describe las tres razas caprinas canarias, reconocidas oficialmente en la actualidad. En 1987 se incorpora a la actividad investigadora en la Unidad de Producción Animal Pastos y Forrajes del ICIA, coordinando un proyecto sobre la caracterización morfológica, inmunogenética y productiva de las razas caprinas canarias. Su carrera se ha centrado principalmente en el ganado caprino del que ha estudiado aspectos como caracterización y conservación de razas, fisiología de la glándula mamaria, calidad de productos, lactancia artificial, identificación y manejo, entre otros. Ha participado en 26 proyectos de investigación y/o desarrollo, habiendo sido evaluador o asesor en un buen número de otros, tanto a nivel autonómico, nacional o internacional. Ha sido autor o coautor en 220 publicaciones (Libros, capítulos de libros, artículos científicos y técnicos) de las cuales más de 90 han sido en revistas de impacto o en libros de difusión internacional, ámbito en el cual es también evaluador y/o miembro del comité editorial de varias revistas. A sí mismo ha presentado 188 trabajos en congresos nacionales o internacionales habiendo formado parte del comité organizador en 9 de ellos, 7 de carácter internacional, de los cuales en varios ocupó la presidencia. Ha coordinado la elaboración del plan estratégico de la ganadería canaria a petición del Gobierno de Canarias. También ha realizado estancias de carácter científico o docente en Escocia, Argentina, EEUU y en Malta, habiendo visitado por razones profesionales 32 países. Últimamente se ha incrementado su actividad en China, donde ha recibido varios galardones entre ellos la presidencia de honor de tres sociedades, de carácter científico, chinas.
Desde hace 22 años se encuentra vinculado a la International Goat Association (IGA), organismo global, con sede en Little Rock (EE UU), que promociona el nivel científico y de desarrollo en el ámbito del ganado caprino, en la que fue Presidente y es en la actualidad su Past President. Ha impartido numerosas conferencias en los círculos ganaderos, universitarios y académicos, habiendo sido ponente principal o moderador de sesiones o seminarios en congresos nacionales e internacionales.
Desde 1981 ha estado implicado en la recuperación del Perro Pastor Garafiano. También, casi desde un principio, se ha ocupado del Perro Ratonero Palmero, que en estos momentos, con los resultados del estudio genético está a la espera de su reconocimiento por el organismo correspondiente. Igualmente ha participado en la recuperación de razas como el Ovino Palmero, Cochino Negro Canario y la Gallina Canaria, está última también a punto de reconocerse.
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